En la actualidad, se podría decir que nos encontramos en medio de dos mundos…como en la “la dimensión desconocida”, entre las generaciones que están en la transición de la educación 1.0 a la 2.0, donde el ciudadano que busca ser competitivo tiene que obtener una segunda identidad.

De esta manera, ya no es suficiente identificarse con una Tarjeta de Identidad o Cédula de Ciudadanía, la globalización de las actividades económicas y por ende, la globalización de la sociedad, ha con llevado  a que el ciudadano de hoy, se convierta en ese nativo digital competitivo, para transformar esa masiva información que lo podría limitar o desarrollar en entornos laborales o sociales.

Como lo diría, Cabero (2014) En una sociedad del conocimiento, aquellos sujetos que no se encuentren capacitados para incorporar las TIC de forma expresiva, comunicativa, de ocio, laboral o social a su mundo se van a ver notablemente marginados de la ciudadanía y con menos posibilidades para desarrollarse y desenvolverse en todos los niveles sociales. (Págs. 23-42) De esta manera, surge la llamada brecha digital, donde el “aprendizaje constante” se convierte en el enemigo acérrimo de las formas de aprendizaje tradicional. Por consiguiente, el aprendizaje se transforma  un proceso social con tinte colaborativo, por medio de medios sincrónicos y asincrónicos, que nos llevan a emplear nuevas estructuras comunicativas.

Entonces, ¿Qué pasa con aquellos que se resisten al cambio? A reconocer que la tecnología no es su enemigo, si no su instrumento para facilitar procesos…es justo aquí, donde se revalúa el concepto de alfabetización, para la construcción de dicha identidad por el de “alfabetización en tecnologías y cultura digital” (conocer y saber utilizar el hardware de los distintos recursos tecnológicos; conocer y saber manejar el software más relevante de los recursos digitales: procesadores de texto, imagen, navegadores, edición web, etc.; dominar las formas expresivas multimedia; dominar las formas organizativas hipertextuales; comunicarse y participar en redes sociales a través de tecnologías, elaborar y difundir productos propios a través de tecnologías digitales) (Cabero, 2009ª) 

Quizás suene fácil, pero la realidad es otra…las tensiones que surgen en la implementación de las TIC, en nuestra vida diaria con lleva a tener en cuenta un sinnúmero de variables, desde lo económico, hasta la disposición para aprender a involucrarlas,  precisamente se dan con el “miedo al error”, ocasionando que sea la mejor opción el evitar su uso, sin llegar si quieran a intentarlo, por lo tanto, entramos en un proceso de autoexclusión, dificultando que la tan necesaria identidad digital, se constituya como un valor agregado a nuestras competencias, ya adquiridas en un determinado campo profesional.

Por consiguiente, la formación y desarrollo del ciudadano del futuro convergen en nuevas competencias, y al ciudadano de hoy solo le queda ajustarse a estos acelerados cambios para facilitar o complicar su existencia, la nueva identidad ya hace parte de nuestras vidas…como lo afirma la UNESCO, “la educación del siglo XXI debe dar a cada individuo la capacidad de dirigir su destino en un mundo en que la aceleración del cambio, acompañada del fenómeno de la mundialización, tiende a modificar la relación de hombre y mujeres con el espacio y el tiempo. Las transformaciones radicales que afectan a la índole del empleo, si bien están aún restringidas a una del mundo, van indudablemente a generalizarse y a reflejar una reorganización de las fases de la vida” (Delors, 1996, pág. 113)

Partiendo de lo anterior, renacen nuevas dudas… ¿sobre quién recae tan necesaria responsabilidad de enseñar a constituir esta nueva identidad? ¿Será a las instituciones educativas? o ¿será netamente la decisión del individuo del hoy, el querer tener este valor agregado de progreso?

Sin duda alguna, un buen porcentaje lo adoptan las instituciones educativas, por ser ellas en quien recae las bases iniciales de la educación dentro de un contexto social, pero surge una nueva brecha en marcada en los esfuerzos gubernamentales, por dotar de tecnología y los deseos de implementarla por quienes sienten temor por ella, ya sea porque se desconoce cómo incluirla en su quehacer o simplemente, no la ven como un factor importante en su diario vivir.

Por lo tanto, el ciudadano de acuerdo a sus expectativas de vida, tendrá que saber navegar en tan exuberante mar de conocimiento, pues de su habilidad para transferir información al contexto que lo rodea, dependerá su grado de desarrollo dentro de la sociedad a la cual llega, será su identidad digital la que le dé el   pasaporte a nuevos recursos, medios, espacios; estructurando de alguna manera, los niveles de progreso y de calidad de vida de ese ciudadano del hoy y del futuro.

 

 

 

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