Para oir mientras lees
¿ Porqué repican las campanas Tio Manuel ?. " Llaman a las Hacenderas hijo. ¿Quieres venir?." Cargó los dos azadones y la docena de quesos de cabra fabricados y curados con su cuidado y esmero. La plaza de La Solana, uno de los tres barrios del pueblo, era un hervidero de gentes jubilosas, saludándose y compartiendo risas. Cada uno portaba alguna herramienta e iba contestando al oir al alguacil cuando gritaba sus nombres. También nombró a mi abuelo, su hermano, que tenía un pie quebrado y no podía asistir y mi tio Manuel levantó los dos azadones.diciendo: "aquí está Lucas". Y es que nadie, ningún propietario de huerta, finca o tierra podía faltar sin justificación a la Hacendera y si su ausencia era justificada debía prestar alguna herramienta. o poner viandas. Nadie, ni los más pudientes, podían mandar a un criado, debía ser el titular, tal como se había transmitido por cultura oral de generacion en generacón desde el siglo XI. Cuando se terminó la lista todos se pusieron en marcha hacia la "fuente Redonda", de la que manaba agua a borbotones, corazón hidrológico de las mejores caceras de riego que inyectaban vida en los frutales de aquellas ricas vegas repletas de ciruelos, cerezos y perales.
Y todos y todas, sin reparto previo de tareas, entre risas, chascarrillos y canturreos fueron limpiando los cauces de aquellos arroyuelos, quitando zarzas y maleza, la hojarasca seca, los detritos transportados por las lluvias del invierno y las heladas, apartando piedras sueltas, reconstruyendo represas de reparto de aguas. En un "santiamen" llegaron las 12 y en un abrir y cerrar de ojos el machaqueo de las azadas se lo tragó el repiqueteo de las campanas llamando al Angelus. Los hombres se descubrieron la cabeza y las mujeres se retiraron los pañuelos como autómatas, mirando todos hacia el templo. Y todos volvieron a la tarea en unos instantes que a mi me parecieron una eternidad por el silencio que surcó aquel valle.Con una seña mi tio Manuel me reclamó y le fui ayudando a desplegar varias mantas sobre la pradera. En ellas repartió troceados los quesos, varias fiambreras llenas de jureles en escabeche, hogazas "de a kilo",de pan blanco, veladas por jarras de barro.Y colocó un burro amarrado a una gran piedra. El animal portaba un pellejo con vino de cosecha que regaría mas tarde copioso las gargantas.Cuando hubo terrminado se sentó a liar un cigarrillo. Vi como dos lagrimones le resbalaban por sus mejillas y le pregunté: ¿qué te pasa Tio?. Mientras se las secaba me confesó: " Hace 35 años que mi mujer, Paquita, preparó la mesa de la mejor Hacendera que he vivido... " Yo sabía que no debía hacer más preguntas. Ese día comencé a descubrír porque aquel hombre de 70 años lloraba de vez en cuando en la soledad y aprendí mientras se daba buena cuenta de las viandas como el trabajo comunitario en interés de todos, levantaba montañas. Nunca más he visto a tanta gente junta trabajando para los demas, sin ningún salario, sin ninguna mala cara, sin ninguna queja, entre sonrisas, cantes y abrazos.
Ahora que el comienzo del año, del solsticio, nos renueva en intenciones y nos enerva el ánimo de cara a las empresas de calado que nos quedan por delante en los centros educativos, deberiamos insuflarnos con el verdadero significado de la palabra "colaboración", Tenemos que abrir y limpiar los canales sucios o taponados que tenemos entre nosotros y a nuestro alcance, recorrer las veredas entre nuestro aula y la de los compañeros/as, que en más ocasiones de las debidas "crian hierba" ,podríamos recorrer la distancia entre las mesas de Profesor/a y la del Director/a o el jefe/a de estudos, intercambiando por un día las funciones. Debemos ponernos alguna vez en el lugar de aquellos padres que por desgracia no han sabido encontrar las razones de lo que hacemos. Colaborar no es solo trabajar uno al lado del otro, es abrir cauces hacia un fin común. Ahora que en los Colegios e Institutos hay que elaborar el Proyecto Educativo, árdua labor si se quiere integrar el curriculo, contextualizarlo y concretarlo, necesitaríamos hacer de vez en cuando una "Hacendera". Tenemos todos/as la obligación de COLABORAR, ayudando, y coordinando acciones. No solo se trata de hacer actividades complementarias juntos, no es suficiente con coordinar estrategias de forma testimonial y muy bien descritas en una Programación, se trataría de trabajar juntos en el mismo fin, pero aunando esfuerzos.Primero uno, finalizarlo y evaluarlo, luego el siguiente... ¡cuántas veces emprendemos tareas y proyectos sin asentar otros anteriores!.Cuántas veces proponemos, pero no hacemos. Cuánto potencial, cuánto saber, cuántas ganas se pierden por ir solos en la acción del día a día. Ahora que se está hablando de Competencias Docentes, la primera debería ser saber y querer colaborar . Y hay algo meridianamente claro: la colaboración no está diseñada en ninguna ley escrita, en ninguna norma, no está planificada por ninguna administración. Como las Hacenderas debería hacerse en aras del bien común. Me gustaría tomarme un escabeche y un trozo de queso sobre una manta con mis compañeros/as cada poco tiempo, aunque sustituyésemos aquel "angelus" por unas cuantas miradas de ánimo al acabar el recreo y tuviesemos que dejar el burro con el pellejo de vino a las puertas del colegio y algunos/as tuviesen que ir a liarse el tabaco de petaca a 50 metros. Eso si debería estar en una ley de obligado cumplimiento,Creo que lo voy a proponer en el Reglamento de Organización yFuncionamiento de mi Colegio " ... una hacendera cada mes..."
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Un artículo fantástico, como siempre. Me tienes rendido. Trabajar con compañeros como tú debe ser increíble. L
Saludos
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