He practicado durante años en mis clases diversos formatos de Mind Maps, no tanto utilizando las TIC como trabajando en el aula a partir de la experiencia, conocimiento e interrelación del alumno. Elos mismos construían su propio esquema. Lo cierto es que es bueno para explicar, como todo esquema, y se se hace por los estudiantes, mejor, porque aprender a sintetizar y organizar la información, pero en mi opinión le pasa algo parecido a lo que es el modelo de Ishikawa, que explica poco, aunque sintetiza mucho. Desde hace dos años he reinventado un formato que hasta ahora se me ha mostrado más útil -tal vez dentro de un año o dos me parecerá menos adecuado que otro-. Le llamo Rosa de los vientos y consiste primero en situar geo-físicamente los inputs del aprendizaje, y luego buscar sus interrelaciones. Posteriormente, encontrar las relaciones básicas o clave y a partir de ahí desarrollar un discurso sintético e integrado. En un libro que tengo en la editorial muestro todas sus características, aunque no tiene mucha complejidad, y lo que busca es la participación y la interrelación compleja entre los estudiantes en el ánimo de caminar hacia formas de autoaprendizaje y generación de espacios innovadores.
Todo esto no quita que de vez en cuando surja la posibilidad de utilizar los Mind Maps, que muestran un camino de trabajo y de búsqueda de un gran interés pedagógico, en mi opinión.
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