Escaramujos

[Juan Carlos Rico Leonor]

Vicente "el sastre", dejaba los paños en época de estío y guardaba las agujas hasta San Miguel, fecha en la que recibía los primeros encargos para arreglar vestidos o  abrigos y algún que otro traje de pana gorda. Poco grano para tanto molino con seis bocas que alimentar. Por eso, en el mes de septiembre se convertía en "sanador de pieles". Andaba recogiendo y macerando bayas en las mañanas  y atendiendo por las tardes a mocitas segadoras "señaladas" por el sol agosteño y a las cuarentonas que aún aventaban garbanzos en las eras.

Su padre, que había sido curandero, le dejó "el secreto del escaramujo" y docenas de clientas  en busca de pieles rejuvenecidas y  de algún que otro vestido o traje "de bonito" para lucir en la romería de los Santos Mártires. Había aprendido de su padre las propiedades de ese fruto silvestre del bosque que crecía en matorrales de monte bajo. De rojo fulgor, mas atractivo aún que la grosella pero de paladar amargo y  efecto astringente. Los recogía al amanecer, con el rocío de la mañana en cesta de mimbre y con paño de seda, los esparcía luego sobre un hule y los seleccionaba por tersura, la intensidad de su color y su grosor. Los pisaba cual uva en lagar y extraía de cada uno las semillas separando  la pulpa . De los selectos hacía mermeladas medicinales que tomadas en justa proporción curaban las colitis y curtían el cutis. Con el grano de la semilla molida y aceite de oliva, elaboraba una especie de betún. que dejaba asentar y cuya primera capa era el mejor remedio para los puntos negros de la piel, suavizaba el efecto negruzco de las zonas expuestas al sol y tersaba las blanquecinas partes siempre guardadas bajo corsés y enaguas.Con la parte asentada del jarabe que mezclaba con la pulpa de los desechados , los de menos color o rugosos, fabricaba un betún que impermeabilizaba las pieles de las botas y los zapatos.

Con su aire afeminado y  el ademán que el movimiento de la aguja le había dado,  tenía patente de corso "evaluando" las pieles de las mocitas y un tacto especial para el masaje. El mismo extendía con sabiduría el mejunje sobre la piel de las clientas a veces extasiadas y siempre agradecidas.. 

Durante este mes de septiembre he recordado lo que me contó mi padre de este personaje  medio sastre, curandero, dermatólogo, masajista, sanador, y zapatero.. Necesitamos unos cuantos "Sastres" que recojan los "escaramujos" que pueblan el borrador de la futura Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa y procuren desgranar algunos de los remedios que necesita nuestro sistema educativo.

Es seguro que tenemos que hacer algo ante el fracaso escolar y ante el abandono, creo que en eso coincidimos todos, pero no podemos continuar cambiando fórmulas cada lustro, entre otras cosas porque se corre el peligro de una degradación continua y el aburrimiento generalizado de los que tienen que llevar los cambios a las aulas.. Sin entrar en el debate eterno entre las dos orillas de la comprensividad y la significatividad, venciendo la primera resistencia a seguir leyendo que produce la palabra "competitividad" en el preámbulo, quizás habría que analizar y reflexionar ciertas cuestiones de fondo como la segregación y la evaluación . Los países que adelantan la elección en "función de la diferencia de los talentos" de los estudiantes, segregan tempranamente,  aumentan las diferencias entre la conexión del estatus socioeconómico de la familia y lo escolar..Esta tendencia causa un filtro de "áridos educandos" que como en el jarabe del escaramujo diferenciaba a la pulpa medicinal de los mas rojos, de aquellos defectuosos que solo servían para betún.

A diferencia que en Finlandia, que como en España y otros 14 países del informe de la OCDE publicado a comienzos de año, titulado Equity and Quality in Education: Supporting Disadvantaged Students and Schoolses, que mantienen líneas comunes hasta los 16 años. nuestras autoridades educativas, ¡ qué manía de huir de las evidencias científicas!,  pretenden seguir a  Suiza o Alemania que adelantan, como quiere la LOMCE, la diferenciación. No cabe duda de que nos ha dado por lo teutón, sin pensar que al menos en estos últimos casos, la elección adelantada de los alumnos condiciona y limita las expectativas del profesorado ante los que toman el camino de la formación profesional, lo que ya de por si es poco equitativo e igualitario.

Y que decir de tantas reválidas que obligarán al entrenamiento de lo memorístico, a la imposición de lo conceptual sobre lo actitudinal y lo procedimental. Será lo contrario a la adquisición de las competencias básicas para la vida, Por mucho que el término de competencia aparezca a diestro y siniestro en el borrador de la LOMCE, lo hace como pavo sin cabeza..., sin sentido integrador alguno. Si a tanta prueba de filtro unimos las pruebas  de diagnóstico o evaluaciones externas, al final acabaremos instruyendo a los alumnos para la superación de test y exámenes, en vez de formarles para la vida. Es cierto que todo el sistema debe buscar la mejora de los rendimientos escolares y que la programación, planificación e implementación del curriculo, más la puesta en valor de una evaluación bien aplicada, tienen que marcar un camino pertrechado por la autonomía de los centros, pero no parece tan evidente que esa mejora tenga una relación proporcional con lo que puede convertirse en una preparación expresa para los procesos evaluadores externos. Es como si el sastre hubiese dado a tomar a las pacientes los escaramujos crudos cual grosellas. Sin duda, el efecto de las semillas de los vulgarmente llamados "tapaculos" hubiese producido los efectos de un extreñimiento pernicioso. Mucho me temo que tanto cambio solo sea una nueva capa de betún en el zapato roto. . Poca dosis de escaramujos para una gastroenteritis tan aguda.