El día de "Las Candelas" se celebra un rito que teniendo su origen en la religíón católica está enraizado en las más ancestrales prácticas paganas con el fuego y la luz. En muchos pueblos se echan al fuego lo viejo y lo inútil, con un sentido purificador. Era menester encender en los Colegios una "candela purificadora" y que cada maestro y maestra por reflexión propia o convenientemente aconsejados, arrojásemos a ella lo que no nos sirve en nuestras prácticas.Tenemos muchas cosas viejas para quemar.
Durante la última semana he visitado tres Claustros, hablando de reflexión-acción, de educar en competencias básicas, de democratizar la escuela mediante la participación real de la familia y me he encontrado con situaciones ciertamente disparatadas, por las condiciones, las situaciones de funcionamiento, pero también he conocido a docentes "apergarados", cargados/as de "ideas viejas" y de mentes cerradas en "su verdad" que achacan todo lo malo a lo que pasa a su alrededor y no están dispuestos a mirarse hacia dentro. Por suerte hay muchos otros/as con la sana intención del cambio y esto, aunque solo sea la intención, me tranquiliza.
El panorama educativo en este Pais, en el que si preguntamos a 100 Directores/as sobre las 100 medidas propuestas por el Sr. Ministro esta semana, más de 90 se encogerían de hombros, es alarmante, Quizás convenga volver a la niñez y contar un cuento:
" Erasé una una vez un Director nóvel que como Maestro siempre soñó con enseñar en un Colegio que formase personas de bien. Un buen día fue al cine y por casualidad vió la película. "El milagro de P.Tinto".Aquella historia surrealista le hizo reflexionar sobre lo que le tocaba vivir en el día a día en su Centro. P. Tinto, que dirigía su negocio de obleas y hostias estaba obsesionado con tener una prole continuadora de la estirpe y del negocio Se casó con Olivia, una muchacha ciega, cosa que él sospechaba vagamente, sin llegar a estar seguro. Como aprendiz de Director siempre recordaba lo que oyó a su Director cuando era niño, para tratar de hacer precisamente lo contrario: "Hay que cumplir las reglas básicas para fabricar alumnos/as capaces. La única forma de que estos zánganos sean algo en la vida es saber mucha lengua y mucha matemática y lo demás que se lo enseñen sus padres".Aquello no difería mucho de la fabricación de obleas y hostias, todas tan "igualitas", de la fábrica de P.Tinto. Pero él creia que se podían "fabricar personas" con su juicio crítico y todo, diferentes, ciudadanos comprometidos. La cuestión era cómo hacerlo o más bien, cómo preparar y formar a los maestros que lo hicieran.
La misma duda asaltaba a P.Tinto antes de casarse: ¿ cómo se hacían los niños? .Hasta que vió como su padre, días antes de su boda, le explicaba gráficamente con cara de lujuria y mientras decía :" hay que darse al chiqui, chiqui..." estirándose los elásticos de los tirantes de los pantalones.. Y así, Olivia y P. Tinto, consiguientemente con lo oído, intentaban tener niños estirando y contrayendo los tirantes elasticos de los pantalones en cualquier lugar y situación, cosa que , obviamente, no les daba ningun resultado.
También él, como Director, iba interiorizando y aceptando todos los cambios habidos y por haber, de profesorado, de normativas, de editoriales, de planes y programas, pero el método, la maquinaria de las obleas, la de enseñar lo necesario y fabricar buenos ciudadanos no parecía funcionar. Pasaban generaciones y solo unos cuantos alcanzaban el nirvana del entendimiento de los logaritmos. Le invadía la misma sensación que a P.Tinto en su casa, situada en el campo, que veía pasar los años, así como el Expreso Pendular (cada 25 años), como el que ve pasar las Leyes Orgánicas, sin avisar. Aburridos y sin descendencia, después de gastar varios pares de tirantes... pasaron al rezo a San Nicolás para que les diese un hijo. Tanto afán díó resultado cuando dos marcianos cuyo ovni (una especie de seiscientos descapotable que vuela) se averió frente a la casa de P. Tinto. Éste y Olivia los confunden con los hijos que han pedido al santo en sus oraciones y acaban por adoptarlos como hijos suyos a pesar de que los marcianos les explican insistentemente que venían de otro planeta.
Y así el Director, encaprichado con el "Gen Finlandés" precursor del éxito educativo, se encomendó al espiritu de Delhors y le aparecieron "hijos" e "hijas" redentores, el loco de las TIC, la obsesionada con la igualdad o el enamorado de la escuela inclusiva, pero algunos/as de sus "hermanos/as de Claustro", que no de leche, les veian como verdaderos marcianos, innovadores descerebrados, iluminados, seguidores de alguna secta.
Tampoco P. Tinto sintió a los "niños marcianos" como propios, por lo que decidió adoptar un niño africano. El paquete con el niño africano se perdió y apareció en su lugar, un gigantón extranjero escapado de un manicomio que llevaba consigo una bombona a cuestas y traumatizado por ver morir a su madre aplastada por un cargamento de queso de tetilla. P. Tinto volvió a creer que este era el hijo solicitado y puso manos a la obra para enseñar a su hijo los secretos del negocio de obleas y adaptarlo a la modernidad diversificando los productos.
De igual modo el Director probó a mejorar el producto, con sus mejores operarios, a base de novedosos planes y programas, de una concienzuda planificación y de una arriesgada apuesta por el cambio, Y de repente, todo se vino abajo cuando el Vaticano, que mantenía un contrato con los P,Tinto desde hacía generaciones, le mando "la carta Roja" en la que suspendía el convenio para la fabricación de hostias. Y pasaron los días, como en el colegio y a Olivia le arrolló el Pendular el mismo día que descubrió el verdadero chiqui, chiqui... y un hijo marciano se metió monje. Y yo, que veo cada día tantas cosas y tan inverosimiles en nuestro sistema educativo, como hicieron P.Tinto y Olivia me encomiendo de vez en cuando al Dios Baco para que algún día alguien nos mande "la carta roja" a las escuelas con un listado de lo que hay que quemar en una gran candela.Colorín colorado, este cuento se ha acabado...y una cosa, los que esto lean y trabajen en una escuela o en un instituto, advertirles a algunos/as docentes que los niños no se hacen estirando tirantes...
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