La Iguala

[Juan Carlos Rico Leonor]

El grito fue aterrador y precedió al desmayo de mi amigo Alberto.Yo me quedé paralizado viéndolo desmadejado en el suelo y cómo un fino hilo de sangre salia del corte y formaba un charco.

 Me había pedido que le acompañase a la consulta de Dº Sebas porque le daba vergüenza contar a su madre lo que le había salido en la parte interna de las nalgas. El absceso era ya del tamaño de un "almendruco" enrojecido, con la punta de pus queriendo explotar. Al entrar en aquella habitación que olia a formol,  el galeno le pidió "el cartón" con el sello acreditativo de estar al corriente de "la Iguala" de la familia. Alberto se lo había quitado al padre de la cartera y solo cuando aquel Sr. espigado y encorbatado comprobó su firma de pagado, le mandó quitarse los pantalones y abrirse de piernas. Y sin más aviso, lo "atacó" por la espalda con unas tijeras de coser y le arrancó de un tajo el grano infectado. No pareció preocuparle la estampa y mientras mi amigo volvia en si, esperó un par de minutos interminables a que Doña Vicenta, obediente a la orden de su "marido cirujano", cruzase las dos calles que separaban la casa del médico de la de Dº Marfagón, el boticario y trajese  unos polvos grises cicatrizantes que yo identifiqué por el color y el olor inconfundible,  pues los había visto emplear cuando "capaban" a los marranos.

La  Iguala, paga dineraria que se daba al "matasanos" del pueblo, sirvió para acelerar una intervención quirúrgica de urgencia que de otra manera hubiese requerido vencer el pudor de contarlo en casa y viajar al Hospital de Segovia con su madre.A mi amigo le cicatrizó "el tajo" en una semana.

Muy poca gente podía pagar aquella Iguala, así que la atención primaria que Dº Sebas prestaba a los que solo podían gratificarlo de vez en cuando con unos kilos de judías o garbanzos, unas cerezas o ciruelas "claudias", se circunscribía a tres tratamientos simples y complementarios que recetaba en orden aleatorio, "Dolo Tanderil" para el dolor abdominal, "Primperán" por si el cólico desataba vómitos, o "Tanagel" si rompia en "aguas sucias". Este era todo el surtido del  "Vademecum" de aquel médico de familia para cualquier mortal y solo para los "adinerados" prescribia algún cultivo cuando el dolor se situaba en los riñones o aquellas inyecciones inhabilitantes de "Benzetacil" si la fiebre no bajaba, El pago solo daba cierta prioridad en la diagnosis porque además una cesión de la responsabilidad a los galenos del hospital si la cosa se complicaba, era para él una acción degradante en su buena praxis y por tanto siempre se resistía al traslado.

Nunca se oyó queja alguna por negligencia médica en el pueblo, la atención sanitaria pública gratuita nunca desmereció de la prestada bajo Iguala en los resultados. La gente sanaba de igual manera y si "maleaba" mas tiempo de la cuenta, finalmente se oia decir lo mismo que se oye 30 años después, "fulano se ha empeñado y se ha operado de pago" y "le han recetado una medicina carísima y estupenda". 

Al igual que el de la sanidad pública "versus"  privada, lel debate educativo en estos previos electorales anda a la greña entre las peticiones por la calidad de la enseñanza pública y el "rasgarse las vestiduras" por lo inadecuado de las prevendas dadas a la concertada o la privada. Asistir a un centro concertado  está reservado a economías pudientes, a clases medias rampantes o a vástagos de administradores hipocritas que defienden lo público pero llevan a sus hijos a centros de pago.

¿Dónde están las diferencias y dónde la igualdad, de cara al exito escolar?. Se me antoja que entre las pocas diferencias está la aparencia, la imagen, la cáscara del escudo y el uniforme. Si rascas, te encuentras con unas metodologías, y unos recursos en la concertada incluso más obsoletos que los de la pública. En muchos centros de pago solo tienen tijeras para operar. eso si, les diferencia la capacidad de sajar y cortar por lo sano en la disciplina. Los mismos que redactan "los derechos y deberes del alumnado" para la convivencia en la pública, buscan la rigidez disciplinaria para sus hijos/as en la privada. Son ambivalencias curiosas y aceptadas , como la de creer que las actividades complementarias y extraescolares tienen una calidad directamente proporcional al coste, como si de medicina se tratase.  Y es que los "papás" que pagan no creen que cualquier "diarrea" de sus criaturas se pueda taponar con "tanagel", sino con botica artesanal y cara.

Hay algunas realidades tan difíciles de ocultar como de hacer comprender a los que pudiendo pagar, respaldan además la financiación pública de la educación de pago. Una de ellas es la diversidad del alumnado. En la pública educa y democratiza, en la clasista de pago, incomoda. Algunos que vocean la equidad, la igualdad de oportunidades, la integración y la solidaridad, llevan a sus hijos/as a centros donde no sean "molestados" por tanta variedad.Incluso el Plan Bolonia les parece una atención primaria paliativa al lado de aquellos costosos Master en alguna lejana Universidad americana.

Otra verdad constatable es que los docentes, los maestros y profesores/as de la concertada ni cobran igual, sino menos, ni trabajan igual, sino más, ni siquiera tienen la misma formación inicial o permanente. Siendo así, no me extraña que en este bendito pais sigamos medicando educación en función de cualquier Iguala.  ¿Qué  medicina educativa usar entonces en pro de la igualdad de oportunidades para el exito ?. Creo que apostar por una Escuela Pública Laica, bien dotada de recursos materiales y personales, con maestros profesionales, con la exigencia propia de una formación investigadora y la evidencia de un necesario reconocimiento social, mejoraría esa "fístula" del fracaso escolar. Al fin y al cabo nadie puede negar que muchos de los pilotos de avión, que nos llevan de vacaciones, de los jueces o abogados que nos imparten justicia, de los arquitectos que construyen puentes o de los cirujanos que nos operan "de pago" han estudiado en la Escuela Pública.¡ Quiero y defiendo una Escuela pública sin Iguala!