El Congreso de la modernidad, el lenguaje excluyente y los SO.

Con el ánimo sosegadísimo, desde la paz de mi hotel mientras hago tiempo para salir a cenar en Granada, tengo que decir que me siento algo excluida en este congreso.
Profesores, maestros, alumnos, padres...
Hemos desaparecido del mapa, o tal vez es que se me olvida que aún no hemos sido colocadas donde nos corresponde por el simple hecho de ser, a las profesoras, a las maestras, a las alumnas y a las madres. Ni siquiera coordinadoras TIC, o toc.
No estamos en los papeles, por eso parece que no estamos.
Y se molestan si se lo haces notar, te miran como si estuvieras zumbada, fueras una pesada feminista que seguramente no liga nada, o vete a saber. La respuesta: "Pues yo no soy machista" es tan simplona que me pregunto si no estamos otra vez empezando casas por el tejado en la escuela y, por tanto, en la sociedad y en la vida. Sé que a muchos y a algunas este lenguaje no les gusta. Mi más sincera comprensión hacia ellos y ellas, pero de ninguna manera aceptaré que se me excluya para que ellos y ellas no se sientan incómodos.
Esta mañana, un ponente al que ni conozco ni juzgo personalmente, porque es uno más de los que han hablado tooooodo en masculino, ha contado una anécdota muy simpática acerca de lo bien que se siente ayudando a una maestrA a hacer todo lo que no sabe ella acerca del ordenador. Es la única vez que he escuchado el nombre de mi profesión en femenino en todo el congreso. Una profesión llena hasta la bandera de mujeres de ídem. Y para uno que nos nombra, suena a chiste de torpona que empieza.
He querido, en el turno de preguntas, hacer notar este detalle porque somos ya algunas las que estamos molestas con el asunto, pero sobre todo porque me molestó a mí (se siente, tenemos derecho a sentir lo que sentimos y a expresarlo), y la respuesta, tras un malentendido en el que pensó este señor que yo me ofendía por llamarme maestra en vez de profesora (au contraire, por dios), me dijo la frase maldita: "Yo no soy machista", y encima va su mujer y lo confirma, cuando mi única intención era expresar un malestar y no averiguar quién lleva la casa (porque eso seguro que lo adivino).

Añadir por último que yo, que soy mujer, webmistress (gracias Juan, por el término) de mi colegio, madre y maestra, he desatascado el ordenador y dado cursos a compañeros varones que son auténticos zoquetes encantadores a la hora de ponerse a la tecla. Y jamás se me ha ocurrido contarlo como si fuera una gracia o una bondad mía.

Sólo nos faltaba crear el príncipe azul TIC que viene en el caballo blanco a reiniciarte el Windows porque ha ocurrido una operación no válida y tiene que cerrarse. O a encontrar la carpeta .tuxpaint, oculta para que no la veas, donde están los dibujos de la chiquillería. O a poner las notas en Séneca.

Hay más opciones para no necesitar príncipes azules reiniciadores: ser maquera y wemistress, y a mucha honra.
No tengo nada en contra de usar Guadalinex, pero o jugamos todos y todas, o pinchamos la pelota, que aquí en el congreso, en las administraciones, nuestros políticos, los sindicatos, todos usan Windows y algunos, Mac. Los Guadalinex que veo son de la administración y de algunos ponentes. Muy pocos teniendo en cuenta donde estamos, quién organiza y quién paga.

Muy masculino este congreso, tal vez por eso me sepa a poco innovador, demasiada técnica y poca escuela nueva. (esto es una maldad, lo sé, pero no pude aguantarme, me divierte ser mala ;-P)

Con el ánimo de reflexionar desde un puntito irónico festivo,
Lola, webmistress.

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Respuestas a esta discusión

Por si en verano os gusta leer en otros idiomas os dejo este enlace en italiano. Curioso que estos hombres pidan una revisión de la Historia a la que culpan de parcialidad a la hora de contar los hechos. Mientras los hombres guerreaban, conquistaban, creaban asentamientos, cristianizaban, sucumbían, investigaban, pastoreaban, ... etc., se sabe muy poco de esas otras cosas "intrascendentes" e "invisibles" que hacían las mujeres. Cierto es que algunas terminaban en hogueras por malas malísimas.

http://www.maschileplurale.it

Con el traductor de Google que te ofrece el italiano en la columna de la izquierda y el castellano en la de la derecha, puedes disfrutarlo, incluso con mi nivel 0.

Supongo que a estos hombres de "Masculino Plural" les ha surgido la necesidad de cambiar las cosas que no comparten de este sistema patriarcal en el que nos organizamos. Insistiré en algo que dice María: Si tü (hombre o mujer) no sientes esa necesidad, sigue usando el masculino genérico, no te estamos pidiendo que te impongas cambios que no sientas; la letra con sangre no entra.
No os perdáis la traducción que hace Google del comentario de Damián:

Damián dice:

Hi, Durán, I have just read your post on language, sexism and male chauvinism. You've been brave with those neurotic feminists. I also took part on that discussion and was riddled with loads of ignorance about language.

Google traduce:

Hola, Durán, acabo de leer tu mensaje en el idioma, el sexismo y el machismo. Has sido valiente con los neuróticos feministas. También tomó parte en ese debate y está plagado de cargas de la ignorancia sobre el lenguaje.

!Ay¡ ¡Los neuróticos feministas! ¿Qué haremos con ellos?
Lo de escribir en inglés será, probably, para que el español-castellano o como se llame, siga creciendo y ganando en sabiduría.
Digo yo...

Me declaro neurótica feminista, enferma mental, caprichosa y pesada. Y mala, muy mala. Voy a ir al infierno.
O mejor, como el título de aquel libro del que no recuerdo el nombre de la autora (y como estoy de vacances de lujo, no pienso buscar):

Las chicas buenas van al cielo, las malas a todas partes.
(Congresos incluidos)

Besos desde Sagres.
:-)
Lola
Cuando decimos eso de ser malos me suena mucho a ir a guerrear; lo que más o menos hacían los hombres en la historia antigua y reciente. ¡Y visto lo visto, NO me gustan mucho las guerras, así que prefiero ser poco masculino en ese sentido! Prefiero los encuentros y los acuerdos, aunque más de una vez me he mostrado comprensivo con esas guerras indeseables pero inevitables por claros criterios de autodefensa (mejor interpretar bien estas palabras en este contexto y no pensar en ciertos casos de la historia reciente o se generaría un nuevo debate).

Entiendo que ante muchas situaciones nos enfademos, pero suele ser mejor (aunque reconozco que no siempre) tranquilizarse y defenderlas con un espíritu animoso y tenaz, pero no malévolo.

Espero que se te pase pronto el enfado pero que a la vez defiendas con tenacidad y grandes argumentos cualquier camino que conduzca a una coeducación bien entendida. A esa causa, sí que me uno (aunque todos sabemos que es más fácil decirlo que hacerlo); pero he de confesar (aunque de nuevo a veces lo practique) que no me gusta eso de que se escapen de las diversas partes etiquetas, ataques o insultos que muchas veces son fruto del enfado del momento y pueden llevar a una fabricarnos una imagen distorsionada de la personalidad general de las personas afectadas. Eso lo único que suele conducir es a nuevos ataques y contraataques pocas veces productivos.

¡Y estoy seguro de que ni mucho menos eres tan mala como aquí defiendes! Tu sonrisa delata que es tan sólo una forma de hablar.

¡Suerte en la causa! :-)
Antonio, era una ironía. Estoy harta de etiquetas, sobre todo de que me las pongan. Ser, ser, soy un encanto de criatura, pero si alguien cree que soy el demonio, que tengo bigote y llevo un arcabuz en el refajo, pues yo no me opongo. Es lo único que nos queda realmente libre: el pensamiento. Y respeto el pensamiento de los demás.
A mi edad ya me conozco y sé que por mi forma de escribir parezco cabreada, pero si quieres que me sincere, ese mensaje, y muchos otros que suenan mal, los escribo divirtiéndome bastante.
Cuando era pequeña la cosa funcionaba así: eres buena, te quiero. Eres mala, te sientas como un niño y quieres jugar al fútbol, no te quiero.
Ahora he optado por darle la razón a todo el mundo acerca de lo que piense de mí, y hacer mi lucha día a día, respetando a niños y niñas en la escuela, y a los adultos, los que me atacan, les mando un beso.
Educo a dos hijos varones que han crecido respetando a ambos sexos y les va muy bien. No tengo queja.
Pero en lo foros, a veces, me cabreo y la mayoría de las veces, uso la ironía como defensa, divertimento o lo que sea, pero a mí no me torea ya nadie. Llegar a mi edad, con la educación que me dieron, en un estado mental aceptable (según yo), tiene mucho mérito. Y el de las demás, también.
No digamos el mérito de los hombres a los que han obligado a ser proveedores, valientes si quieres como si no, defensores, llevadores del coche al taller, tiradores de basura, ayudantes sin mando, prohibido llorar o emocionarse, y otro montón de cosas, que también habría que resolver.
Gracias por tus ideas, las tendré presentes.
Un beso
Lola
Sé que llego tarde para esta discusión pero espero que la interesada lea este mensaje y se tome a bien lo que le comente, de la misma manera que ella espera se tomen a bien los demás sus comentarios.
Jamás en mi vida me he sentido discriminada porque se utilizara el masculino genérico delante mío, ni tampoco porque se pluralizara en masculino mi profesión o mi condición de ser humano. Prefiero economizar el lenguaje, que quiere que le diga.
Me ofenden discusiones como estas en las que se me involucra como mujer y se me introduce en un debate absurdo por el cual mi sexo se ve anulado por el uso del español. No, señora, no. El hecho de que yo sea mujer poco tiene que ver con una lengua que distingue entre sexos sólo cuando es imprescindible para la comprensión del mensaje. Me tengo en mucho más que eso, creo que mi valía como mujer es incuestionable aunque se me denomine en masculino dentro de frases como "el maestro hoy día tiene que tener en cuenta..." No creo que la cuestión tenga nada que ver con la otra que usted planteaba, acerca de la discriminación de la mujer en el manejo de las nuevas tecnologías, sinceramente encuentro que mezclar los dos temas es una estrategia demagógica y un ejercicio de perversión ideológica. Creo que los Derechos de la Mujer valen mucho más que toda esta pantomima que se ha montado en torno al uso del lenguaje. Hay otras batallas que ganar, y mientras hay personas que padecen sus secuelas, otra personas como usted discuten acerca del sexo de los ángeles. Me recuerda usted a esa escena de los Monty Python en "La vida de Brian", en la que un miembro del Frente Popular de Judea empieza un discurso que le interrumpen continuamente para introducir "el género":
-compañeros...
-Y compañeras
-Sí, y compañeras. Tenemos que luchar todos
- Y todas.
-Sí, y todas... ¿Por dónde iba?
Ya que se monta en este carro, mejor haría usted en comprarse uno nuevo, por ejemplo en el de la equiparación de sueldos o permisos por paternidad iguales al de la mujer.

Me parece un ridículo ejercicio reivindicativo el suyo, una pataleta dialéctica excesiva. Seguro, segurísimo que tiene usted cosas mejores de las que ocuparse.
Pues sí que tengo más cosas en las que ocuparme, y lo hago bastante bien (pero no se lo voy a contar a usted aquí), incluyendo otras cosas que resolver más o menos importantes que lo del lenguaje.
Yo también pensaba así, como usted, hace unos años, no muchos, dos o tres tal vez, y he ido evolucionando en ese aspecto y en otros y me siento mejor. Creo que tengo derecho, igual que lo tiene usted a quedarse donde está. Son opciones personales, no hay más vueltas que dar. Lo que sí es que en Andalucía, la ley me respalda de alguna forma, y por algo será.
Yo no me hago líos con el lenguaje como la gente de la película que tanto me gusta, debe ser que vivo en la realidad y además tengo la suficiente capacidad para poder llamar a las cosas por su nombre sin que me dé un vahído cuando lo hago.
Lo que sí es verdad que me pasa es que me cansa darle muchas vueltas a las cosas, así que no me voy a repetir. Cada quien elija su forma de vivir, que para eso es un lujo que algunas, muy pocas, podemos permitirnos.
Eso sí, yo no tengo pataletas (tengo criterio propio), ni soy ridícula (tengo cierta seguridad en mí misma y tengo poco miedo a decir lo que pienso-siento, aún a riesgo de equivocarme), ni espero que todo el mundo se tome a bien mis comentarios, menos aún cuando se refieren a algo tan difícil de erradicar como miles de años de lo mismo. Gracias a dios y a mis esfuerzos, ya no necesito ser agradable para que me quieran. No funciona.
De todas formas, gracias. Reflexionaré sobre su escrito, porque todos y todas tenemos siempre algo que enseñar y algo que aprender, especialmente cuando hay desencuentros.
Y ahora, voy a ocuparme de otras cosas, que a mí a obediente no hay quien me gane ;-)))
No es por volver sobre lo mismo, sino por aclararme un poco. Y porque en Sevilla hemos disfrutado de las II Jornadas Provinciales de Coeducación, y lo tengo fresco ;-)
Decía mi hijo ayer (4º de ESO), que su profesora de Lengua dijo en clase no sentirse menos porque la nombraran en masculino (dijo más, pero no me voy a liar otra vez con lo mismo), y yo quería aclarar sólo que no es cosa de sentirse menos, ni de ser menos, que obvio no somos menos (en el sentido de menos valor, claro), simplemente es aquello de no verse. De repente miras en el espejo y no hay nadie. Nada más.
Y nada menos.
En la televisión, en algunos sitios que tienen mucho que ver con la política, en tertulias filosóficas libres y de gente de a pie, donde no hay por qué ser políticamente correctos (mejor no hacer nada que hacerlo por corrección), voy escuchando el femenino y el masculino de la mano, sin grandes aspavientos ni tenerse que hacer la lengua un lío, y va sonando cada vez más natural y más bonito.
La cosa, como todo en la vida, va a tener que ver con la paciencia, no con la guerra. Voy a aplicarme el cuento.
Feliz fin de semana a todas y a todos.
La profesora de Lengua de tu hijo es sabia lingüísticamente hablando, nada tiene que ver el género lingüístico con el sexo biológico. Personalmente me suena mal y redundante decir "alumnas y alumnos", "maestras y maestros", "miembras y miembros", por Dios santo, acabemos con esta tontería, la guerra tiene género femenino y tradicionalmente ha sido el sexo físicamente más fuerte el que ha participado activamente en ella. La economía del lenguaje es fundamental para una comunicación fluída y lo realmente importante en un congreso (género masculino), en una escuela (género femenino), en cualquier ámbito social es la presencia, sin distinción de sexo, de las personas (¿o personos y personas?), porque a ver, ¿qué hacemos con el género supuestamente neutro? ¿se lo adjudicamos a los transexuales? No creo que sea conveniente alentar estas susceptibilidades, los hechos son los que dirán de nosotras, la forma lingüística no se impone, se hace con la cultura, ¿de qué me sirve que un hombre hable en femenino si los dirigentes siguen siendo hombres o si la mayoría de asistentes son hombres? Yo no estoy por perder el tiempo con el ropaje, el día en que seamos mayoría ya veremos si nos importa el género lingüístico.
Un saludo.
Serlo no depende de los demás, parecerlo sí.
Forzar no, pero poquito a poco entendiendo...
No sé qué manía esa de que perdemos el tiempo. Yo no dejo de tenerlo en cuenta todo, lenguaje incluido, para eso soy mujer y aprendí a la fuerza a ocuparme de cien cosas a la vez: el lenguaje, la cocina, la ropa, las compras, la escuela, las TICs, la brecha digital de género y la de las pelas, que tampoco ahí somos iguales. La lista es larga y a mí no se me va una sólo porque quiera decir, aunque sea de vez en cuando, MAESTRA, que somos más del 80%, por dios benditoooo y la diosa que lo parió ;-))

La discusión para mí ya no es economía del lenguaje o lingüística para sabios (sabias nunca hubo porque no salen en los libros de texto, y lo que dicen los libros de texto va a misa).
Para mí lo importante es saber qué se mueve en las tripas de cada quien cuando piensa a favor o en contra de los cambios, sean los que sean, ¿de qué tenemos miedo, es la pregunta que me hago yo ahora, especialmente las mujeres?

De momento suena raro el lenguaje inclusivo, la falta de costumbre, maricón el que friegue o cuide de su casa "como una mujer", decían porque lo veían raro, el lenguaje mata, redime o enaltece, el lenguaje es tremendamente poderoso, ofende y acaricia, señala e ignora. Para ser correcta tengo todo el día, para vivir, quiero que me vean, que me nombren, que sepan que estoy y, de paso, no tener que depender de nadie para ser o no ser, estar o no, parecer o no.

¿Miedo? ¿De qué tenemos miedo? Se me ocurren muchas cosas, pero las voy a dejar, que hace un sol espléndido y voy a tomar tapitas, que son femeninas, será por el tamaño?

Buen día colegas ;-)
Perdona, Pedro, pero la economía no incluye el no dejarse entender o el requerir más esfuerzo del necesario para ello (tiene que haber una convención previa y tu primer párrafo me ha resultado farragoso, jeje).
La poesía, y la literatura en general, son muy económicas, en pocas palabras o versos se esconde todo un pensamiento complejo y largo de explicar de otra manera; en una novela, todo un mundo. Fantásticos ejemplos de economía. En caso contrario, cuando se explica y redunda ha de ser porque el emisor piense que el receptor necesita esa explicación para interpretar el mensaje correctamente.
Yo sigo sin estar por la labor de quemar cartuchos en esto, prefiero hacerme ver de otra forma, no con exigencias. Repito, el lenguaje es reflejo de una cultura y no al revés, por más que a Lola le encantara poder dominar al mundo desde el lenguaje, va a ser que no. Es la actitud, no el lenguaje, lo que hay que cambiar, el lenguaje vendrá por sí solo. Pero hoy por hoy resulta irrisorio duplicar sujetos y objetos. En fin, diferimos. La política corrompe todo lo que toca. Es lo que pienso, y la política lingüística es abominable, o poco menos.
Saludos.
Yo no defiendo la política lingüística del pasado, pero que fuera aún peor no salva a la de ahora. Cada palo que aguante su vela.
Y el barroco existe y es por necesidades de comunicación que existe, y si no es breve la poesía, sí será necesaria la extensión, que en sí querrá comunicar que por algún motivo la intención es ser así de extenso (habría que ver cada caso para dilucidar por qué), pienso que no está reñido con la economía.
Ahora que no entiendo muy bien por qué dices que aplicando la economía los que pierden son los débiles (imagina que hubieras escrito: niños y niñas, ancianas y ancianos, mujeres y hombres; jo , pesado texto, habría pensado yo al leerlo). Sí se me ha ocurrido que hablar duplicando aún puede ser factible -en según qué ámbitos o situaciones-, pero ¿y escribir? ¡qué lata! no creo que haya mucha gente por la labor.
Pero mira, igual que ambos estamos de acuerdo en que diferimos en la forma de ver lo de "maestras y maestros", "señores y señoras" (que parece un circo), podemos convenir que tenemos el mismo o muy parecido fin, al menos pensamiento, pues creo que ambos defendemos la igualdad de las personas y la libertad de expresión.

Cheee, Pedro, yo también te aprecio, no como hombre, sino como persona, por lo que te leo.
Un abrazo.

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